Desaparecida by Romano De Marco

autor:Romano De Marco [Marco, Romano De]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2014-01-01T05:00:00+00:00

Treinta y tres

—¿Se puede saber adónde demonios vamos? —pregunta Luca Betti aferrándose como puede a la manija mientras es sacudido sin piedad en el asiento del copiloto.

—Un par de kilómetros más y hemos llegado —contesta Giovanni Sandonato.

El investigador conduce un Fiat Campagnola AR 76, un vehículo militar en desuso, que compró en una subasta del ejército. Circula a velocidad constante por una carretera en subida, sin asfaltar y llena de baches, en la periferia de Zogno, un pequeño pueblo del valle Seriana.

—¿Debía elegir justo un experto en informática que vive tan lejos? ¿Los de Milán estaban todos ocupados? —pregunta en voz alta para que sus palabras no queden ahogadas por el ruido del motor, pero Sandonato hace caso omiso de la provocación.

Betti ha pedido dos semanas de vacaciones retrasadas, alegando problemas derivados de la separación. El vicejefe Serafini, responsable de la división Investigativa, se quedó perplejo al recibir la petición, inusual tratándose de su mejor hombre. Pero, al final, dio su autorización.

—Como le decía —grita Sandonato—, lo del cuerpo carbonizado y decapitado no me convenció. Así pues, propuse a la madre de la chica que investigáramos sobre los secuestros relacionados con la prostitución internacional. Es un mercado que, por desgracia, se está asentando también en Italia. Los ricos compradores extranjeros cada vez piden más chicas occidentales. Esa gente no se contenta con las profesionales experimentadas. Quieren mercancía fresca, de calidad, a ser posible, vírgenes.

A Betti le viene a la mente la operación que llevó a cabo el grupo especial de Andrea Gherardi hace tiempo. Desarticularon una red de tráfico de jóvenes prostitutas procedentes de los países del este, que vivían amontonadas en una nave industrial de las afueras de Milán y a las que una banda de albaneses trataba peor que a los animales. El lugar se llamaba «el lager» y hacía tiempo que en la jefatura se rumoreaba sobre él, pero hasta entonces jamás habían podido probar su existencia. Recuerda que Gherardi le había hablado de jóvenes raptadas en Ucrania, que luego eran vendidas a jeques árabes por cientos de miles de euros.

—No hay pruebas de que haya también italianas en este mercado —observa Betti—. Por el momento, en los casos verificados sólo se trataba de jóvenes de la ex Unión Soviética.

—Fíese de mí, Betti —dice Sandonato—, sabe que en Italia desaparecen cientos de chicas todos los años. ¿Cómo piensa que acaban todas las que no se vuelven a encontrar?

—De acuerdo —responde el policía haciendo un esfuerzo para que su colega lo oiga, a pesar del estruendo que hace el todoterreno—, supongamos que tiene razón, ¿qué relación cree que existe entre la trata de jóvenes y el mundo de la pornografía en la Red?

—Es la misma industria, si me permite la palabra… Comercio de seres humanos. Las chicas se explotan siguiendo una especie de recorrido. En un principio se destinan a la prostitución de alto nivel, cuyos clientes son ricos y exigentes. Luego, cuando el efecto de la «novedad» se debilita y el uso de las drogas con las

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